Me hundo en mi negatividad como una servilleta arrugada dentro de una copa de vino tinto, un vino sucio y maloliente, mohoso y coagulado. El alma también caduca, se arruga, se cansa. ¿qué me queda? ¿qué quiero que me quede? la soledad es tan brusca como adormecedora, va escalando los peldaños de la insensatez, así, fácilmente con los pies de su propia víctima, ya lo decía Baudelaire. Muchas veces sentí ese impulso de romper, dañar y destruir. A veces puedo controlarlos, otras veces mi piel y mi carne han sido el lienzo donde se desembocan esos ríos de ira y frustración de sangre efervescente y de una locura voraz. He probado su sabor sobre el chocolate, así, escurriéndose a cada latido por entre la herida, acompañada del amargo de una cerveza fría y espumosa, un maridaje corrompido para un paladar deshecho.
Aunque me jures que no, le susurraré al cielo que escribes de una manera impredecible e inefable, que tus palabras han sido de las más profundas que he leído, y te repetiré que leí y seguiré leyendo todos tus escritos, y que así como me quedo con ellos, me quedaré contigo, con lo nuestro.
ResponderEliminarTienes una manera tan fácil de generarme cosas tan bonitas y agradables como una sonrisa o esa necesidad de querer abrazarte...Gracias por tus palabras, difícilmente puedo ver algo bueno o bonito en mí. Haré lo mejor que pueda para desaprender esos defectos, tenme paciencia, así como la has tenido todo este tiempo con mis problemas e inseguridades...por que yo también quiero quedarme contigo.
EliminarBien se ha dicho, el alma se perturba por las diferentes situaciones que le amargan...tienes un gran talento, una gran capacidad de transmitir tus sentimientos, la agonía. Incluso la soledad misma.
ResponderEliminarGracias 🖤 de cierta manera he sentido un poco de todo ello jajaja y si, el alma suele perturbarse por muchas cosas que le amargan, tanto así que tarde o temprano se convierte en algo parecido a un museo de emociones, recordando lo que más le ha marcado.
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