Los óleos estaban sobre la mesa de madera verde manzana, pequeños tubos arrugados, hace mucho no se usaban, como esas palabras bonitas que se guardan cuando alguien más no las aprecia y se quedan olvidadas en el tiempo, relegadas al olvido, desdibujandose en silecio.
Chet Baker hacia eco con su dulce trompeta y su melancolica voz en esa vieja radio sobre el escritorio, un jazz de los 40's acompañaba la noche, hoy no tomaría café, le importaba dormir y recordar su sueño, quería pintarla, dibujarla, impregnar el lienzo o el papel con esa escena tan tranquila que ella le habia transmitido el alba anterior. Ella siempre le estremecía su latir.
La imaginaba descalza en una habitación de paredes blancas, apoyando los brazos en una ventana de madera oscura y rustica, mientras contemplaba el cielo estrellado de un tono más claro que el azul de su vestido semi transparente, con su cabello suelto y con sus rizos hondeando al susurro del viento, contemplando desde el otro lado de la habitación su provocadora silueta, se veía tan tranquila, perdida observado la ventana, con esa alegría en sus ojos tras sus lentes y esa sonrisa medio oculta que se nota y se siente a lo lejos, que la hace sentir tan viva y tan encantadora, esa misma sonrisa que sale de forma expontanea cuando él se le queda viendo y le roba un beso, cuando se miran y el aroma de sus besos se impregnan en sus labios, su cabello, la ropa, en la piel y en el corazón...
Recordó ese otro día que como cualquier otro que tiene el privilegio de verle, que siempre muestra esa necesidad de abrazarla, de tomar sus rostro con ambas manos y besarla, de hacerle un cafuné entre sus hermosos rizos, de robarle besos y caricias, de tocarla ardientemente o acaricarla con tanta suavidad como el surco que dejan las gotas de agua en su espalda al ducharse o de la sutil lluvia y también de rasguñar esos mismos trazos con ferviente deseo, de redibujar su silueta a punta de besos o lamidas, de hacerle mimos en su rostro y robarle sonrisas, de contemplarla, de tomar fuertemente sus manos como si no hubiera espacio para una despedida o como si ese momento de despedirse se convirtiera en otro momento más donde se dan tantos besos que se les olvida el tiempo y se pierden entre sus bocas y entre sus manos entrelazadas...él sabe que desde antes de despedirse, indudablemente ya empieza a extrañarla...
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