Se escuchaba el crujir de los escombros cada vez que sus botas de cuero atinaban un paso sobre la arena, tierra seca, trozos de cemento y ladrillos, trozos de lo que alguna vez fue una casa o parte de una, y los recuerdos que alguna vez anidó, las palabras, emociones, reacciones y vida en general de sus inquilinos, a quienes con su coraza protegía de la lluvia, el viento, el sol y demás adversidades.
Había escuchado que una tormenta de arena no llegaría sino hasta el martes, así que tenia mucho tiempo para explorar el lugar. A lo lejos las dunas anaranjadas se veían extremadamente suaves, como mantequilla de maní o como un cremoso dulce de leche. El sol de la mañana apenas asomaba y esparcía sus haces por el pálido y tenue cielo azul con apenas nubes. El viento zumbaba por ratos sacudiendo su púrpura y holgada camisa, se la había desabotonado casi por completo debido al calor, pero la brisa terminó por arrancarle ferozmente el último botón, dejando que su camisa se abriera por completo mientras el botón se enterraba en la arena, tragado como una bala disparada hacia la inmensidad del mar. Sintió que por momentos el viento trataba violentamente de elevarle como a una cometa.
Llevaba atada a la cintura una pequeña y colorida bolsa de tela, en su interior, unos cuantos gramos de sal marina que le habían regalado el Pueblo Zulú en su ultima visita, era para la protección y la suerte, siempre la tribu le recibía con gran aprecio en cada ocasión. Caminó unas cuantas horas hasta llegar a un pequeño aglomerado de montañas de piedra y entre ellas vió lo que había estado buscando; una antigua biblioteca otomana tallada en la misma piedra amarilla. Entró, la arena tímidamente había entrado durante cientos de años, se quitó las botas y desnudó sus pies, las marcas de las picaduras de pulgas y las heridas del calzado enrojecían su piel. Dió un paso frente al pasillo a la par que los haces del sol se alzaban imponentes penetrando las ventanas y grutas de la estructura de piedra que se había detenido en el tiempo y que ahora, después de cientos de crepúsculos; tenia un nuevo visitante.
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