Leyó con un impercebtible susurro unos cuantos fragmentos de su libro de poesia preferido; El Templo de las Hormigas:
"Bordeamos los incontables surcos del camino,
vimos la eterna luz del amanecer,
los arboles grisaseos se tiñeron de dorado,
no sabemos donde estamos ni a donde iremos,
el perdón fue enterrado a las raices de los imponentes cedros
cuales pilares u obeliscos de la decadencia.
No hay olvido para quien quiere recordar..."
...
"Arrojadas,
empujadas
y escupidas desde el cielo,
nuestras almas se alzan para reemplazar
el agonizante júbilo
y ser nuevamente veneradas,
como las ápteras inmaculadas
cuya grandeza arrebatada
nace desde la sombra de la nación de los níscalos..."
Cerró habilmente el libro de tapa dura sin hacer el menor ruido y lo dejó sobre el mesón de granito negro en el baño, la portada negra y borgoña estaba ligeramente desteñida. Se miró en el espejo, no estaba nerviosa, trataba de consentrarse y planear meticulosamente lo que haría, lo había hecho antes, se lo habia hecho a unos cuantos chicos que su hermana habia conocido, así que sería la misma rutina que siempre, nunca salia mal. Se quitó los lentes oscuros y el abrigo de cuero, se recogió el rubio cabello haciendose una coleta. Corroboró que hubiera traido todo en el bolso, sonrio, sintio la adrenalina, tomo un respiro y lo visualizo todo; la cama estaba a unos cuantos metros, sonaba insesantemente, chirriaba, la madera se sacudia, las carnes hacían eco, dos cuerpos desnudos, el de su hermana y el de un chico que habia conocido aquella misma noche. Él se posaba sobre ella mientras la penetraba proximo a alcanzar el climax. Ella sonreia, mientras su cabello cubria sus expresiones, se sentia excitada y ansiosa, el plato fuerte estaba a un orgasmo de distancia y ella sabia plenamente lo que ocurriria, ambas lo sabian. Él llego a su punto maximo mientras su rostro se ruborecia de placer y de pronto se escucho un golpe seco acompañado de un aroma a polvora y hierro oxidado, la sangre salpico la pared, las blancas cobijas, el piso, la salpico a ella también, las gotas de sangre se escurrian por su rostro, sus cabellos dorados, se escurria por sus brazos y por sus pechos. El cuerpo cayó de la cama al frío piso sin hacer el más minimo espasmo, la densa capa roja se exparcio por las endiduras de las baldosas. Era así como lo hacian, ambas disfrutaban, encontraban un ligero placer en ese enfermizo juego. Una disfrutaba de dispararles con su revólver justo en el momento del orgasmo mientras la otra disfrutaba de ver sus expresiones de placer apagarse, de verles morir....Terminó susrrando una de las ultimas frases del poema...
"Al igual que los enjambres son consumidos por el fuego,
la reina brotara de la tierra
y será elevada como el humo,
solo basta con un pequeño mordisco para cambiarlo todo,
el cristal más brillante no podrá detener ni comprender,
lo macabro de nuestro juego de sombras.
Destruimos lo que creamos,
gozamos de aquello que debería atemorizarnos..."
Es un placentero deseo acariciar sus letras con mi mirada y un anhelo para mi pensamiento esperar por sus oraciones, son sus textos como aquel viejo libro que siempre quiero volver a leer.
ResponderEliminar¡Exquisito escrito!
¡Muchas gracias, mi vida! yo también siento un imenso placer al saber que me lees y saber que también puedo deleitarme con tus escritos tan inconmensurablemente atractivos, adictivos y mágneticos, suelo revisar casi que todos los días aguardando por un nuevo escrito tuyo 💞💞💞
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