Mar sin olas

 

Pies descalzos sobre la yerba, danzan alegres y se detienen en un enorme charco de agua cristalina. Las flores blancas, rojas, amarillas y naranjas surcan la superficie con la lentitud de un suspiro. Como una enredadera de raices profundas, así se impregnó en mi corazón, rodeandolo de flores tan azules como el profundo Mar, como el brillante cielo. Le vi sentada en el muelle en su vestido blanco, mientras sumergia sus pies sobre las suaves y tranquilas aguas como una fina capa de seda celeste, fundiendose al horizonte con el cielo y con los brillantes astros siderales. No hay ni un gramo de ignífuga piel ante el combustible de sus caricias, eficaz, toda coraza se desnuda, toda frialdad se ve resquebrajada, toda expresion se convierte en sonrisa y toda emoción en felicidad. La gran llama de sus ojos se vuleve tan enigmatica al caer la noche, su pecho es el más agradable abrigo para resguardarse, allí donde la piel se eriza, pero no por frío, donde hay lagrimas, pero no de tristeza, donde el calor trasciende su propio significado y su propio lugar, donde se le da un lugar a tantas emociones que no pueden ser descritas más solo ser sentidas. Sus besos son tinta, yo soy el papel, sus labios impregnados de tinta color tentación llenan mi cuello cual folio. Los susurros de su corazón y de su alma, tallan tiernamente surcos en mi ser como el aire enriza la arena. Mar sin olas, sin nubes oscuras, sin lagrimas tristes, sin ojos furiosos, con sus brazos abiertos, con su cálido pecho, con su cabello primaveral, con la sútil dulzura que reflejan esos ojos cautivadores, la melodía de su voz, el tacto de su piel y toda la magia de su ensenada, imposible no encallarse en las orillas de su sonrisa y en las de su cadera, imposible así mismo, no querer buscar la isla más próxima a ella para estar siempre con ella, la isla justo dode el Cielo se funde con el Mar, donde su sonrisa es tan mágnifica como eclipsante.

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