De su garganta brotan
las ramas secas de un arbusto
sin hojas y sin flores,
vástagos adornados
solo por espinas
y un fruto carbonizado
que se deshace
entre sus tiznadas manos.
Hijo de la ceniza,
ha perdido su sombra
ante la gran cumbre,
el hollín se impregna
en las noches de la luna ausente,
sus pies tropiezan enredados
entre las corrompidas raíces
de la maldad primitiva.
Está en el lugar al que todos llegamos
y llegaremos nuevamente.
Los hongos se hunden
en el pantano
bajo sus pesadas huellas.
Un grasiento rocío
se adhiere a las heridas
de su piel
y el hedor no se hace esperar.
En sus ojos se refleja nuestro vacío
mas no el suyo propio.

🔥
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